Diálogos
Entre los meses de octubre de 2016 y febrero de 2017 el equipo de la UOC ha llevado a cabo la fase “Diálogos con niños y jóvenes” del proyecto CUIDAR. Estos diálogos han consistido en una serie de talleres con niños y jóvenes basados en la perspectiva del derecho a la participación, tal y cómo se recoge a la Convención de los Derechos de los Niños de las Naciones Unidas. El objetivo era comprender y hacerlos conscientes de su conocimiento, percepciones y vivencias sobre el tema de los desastres y los riesgos; y a partir de aquí, recoger sus propuestas y sugerencias para la mejora de los planes y políticas de gestión de desastres vinculadas a su entorno cercano.
Escenarios y edades de los participantes
Los diálogos se han desarrollado en cuatro localizaciones diferentes: Barcelona, Gandesa, Sant Celoni y Lorca. Cada una de estas localizaciones se seleccionó por su proximidad a determinados riesgos, según un estudio exploratorio realizado al inicio del proyecto. En cada caso, la concreción del centro educativo y/o entidades juveniles, así como del grupo específico de niños, niñas y jóvenes se realizaron de acuerdo con los profesionales (de la gestión de desastres y/o del mundo educativo o de ocio) de cada territorio. En los tres grupos de Cataluña, estos diálogos se han desarrollado en forma de talleres semanales de entre una y media y dos horas en el centro educativo y en horario lectivo. En el caso de Lorca se realizaron de forma intensiva en dos fines de semana (viernes tarde y sábado por la mañana) en el mes de febrero y en el Centro de formación y recursos juveniles de la ciudad, puesto que se accedió a los jóvenes participantes a través de diferentes entidades juveniles del territorio coordinadas por el Consejo de la Juventud de Lorca.
En total han participado unos 90 niños de entre 9 y 18 años distribuidos de la siguiente manera:
Así, han participado niños y jóvenes de un amplio abanico de edades, que viven en entornos geográficos y socioeconómicos bastante diferentes entre sí y que, a la vez, son muy heterogéneos en sí mismos (con participantes de diferentes orígenes culturales y/o religiosos, con diversidad funcional, etc.). Todos estos niños y jóvenes han participado siempre de manera voluntaria en los talleres y con el consentimiento previo de sus familias o tutores legales.
Metodología
Los diálogos se han basado en un enfoque participativo mirando de situar a los niños y jóvenes en el centro de todo el proceso. Es decir, a pesar de que CUIDAR nació como una iniciativa adulta, hemos velado porque los niños y jóvenes pudieran hacerse suyo el proyecto: adaptándonos a las necesidades, ritmos y demandas que iban surgiendo en cada territorio, y dejando que los niños y jóvenes pudieran tomar el máximo de decisiones posibles, dentro del marco y calendario establecidos por el proyecto. Así, nosotros partíamos del siguiente esquema básico, que posteriormente hemos ido adaptando a cada contexto, en función de las edades de los niños y jóvenes participantes, así como de la evolución del grupo y de las decisiones que iban tomando:
En todos los talleres siempre ha habido como mínimo 2 facilitadores del equipo CUIDAR y un referente adulto de los centros participantes (maestros, profesores y/o la directora de los centros educativos) y en el caso de Lorca, un dinamizador del Centro de formación y recursos juveniles. Los talleres han combinado trabajos en pequeño y gran grupo, incorporando diferentes actividades y materiales (juegos, dibujo, escritura, …), con momentos de debate y toma de decisiones colectivas. Además, había cuatro roles rotatorios para los niños y jóvenes orientados a acompañar la facilitación del grupo: reporteros (haciendo fotografías de la sesión), relatores (tomando notas de las decisiones acordadas), facilitadores (ayudante en los turnos de palabra) y de apoyo al material (ayudante en el reparto y recogida de los materiales).
Todas estas sesiones de trabajo han sido grabadas en vídeo para uso interno del equipo CUIDAR (para hacer un seguimiento y poder hacer análisis posteriores) y puntualmente también ha rodado un documentalista, encargado de elaborar el vídeo que será uno de los productos finales del proyecto. A algunos de los talleres también ha asistido algún miembro más del equipo CUIDAR y/o algunos invitados que participaban como “expertos locales”, estos últimos, con el objetivo de acompañar a los niños y jóvenes en la consolidación de los conceptos trabajados y en el conocimiento del territorio donde viven.
Hallazgos
A pesar de que el objetivo del proyecto no es la educación en emergencias y desastres, hemos podido explorar las percepciones e imaginarios de niños y jóvenes sobre los desastres, conocer algunos conceptos fundamentales de este campo, y aproximarnos a la relevancia y composición de la protección civil en cada uno de los contextos trabajados. También hemos descubierto que, en general, desconocen sus derechos como niños y jóvenes, en especial los artículos que hacen referencia al derecho a la participación y a ser escuchados.
Y es esto último aquello que los niños y jóvenes han valorado más positivamente: el hecho de que se los escuche y se tenga en cuenta su voz; por eso, ahora tienen ganas de hacer llegar sus ideas y demandas a los expertos y a los políticos y comprobar si realmente en estos espacios también se los escucha.
Por otro lado, por la propia naturaleza participativa del proyecto, en cada territorio se han acabado explorando riesgos y desastres diferentes y han llegado a demandas y propuestas también diversas, a pesar de tener algunos puntos en común. Presentamos a continuación una síntesis de cómo se han concretado los diálogos en cada territorio, por orden de la edad de los participantes: de los más pequeños a los más grandes.
Barcelona
Después de haber trabajado la cronología de riesgos en su barrio de Barcelona, con el apoyo de un vecino, los niños y niñas de este grupo priorizaron el riesgo de incendios forestales, porque todo el barrio está al lado de la sierra de Collserola y más de un verano han visto algún fuego. Esta proximidad a las zonas forestales se hizo muy evidente cuando elaboraron su mapa de riesgo de incendio en el barrio, donde además se les hacía difícil distinguir de manera nítida entre el concepto de incendio forestal y urbano. En el momento de pensar propuestas de mejora, se dieron cuenta que en la escuela ya hacen habitualmente algunas tareas de prevención (batidas para recoger basura) y que también trabajan a través de simulacros que se tiene que hacer en caso de incendio (cerrar persianas y la maestra avisará a los bomberos). Por eso pensaron que su contribución podría ser la de montar una fiesta en el barrio para ayudar a concienciar a todo el mundo sobre la importancia de tener cuidado del bosque y ayudar a recuperarlo en caso de que algún día hubiera un incendio. Después de considerar varias opciones comunicativas para hacer difusión de su idea al vecindario (una furgoneta con altavoces circulando por el barrio, carteles en la calle en diferentes idiomas, mensajes en los buzones, un puerta a puerta para aquellas personas que no salen de casa, …) vieron que solos no podrían montar esta fiesta y que necesitaban aliados que los ayudaran. Por eso priorizaron unas herramientas comunicativas orientadas a convencer a los responsables políticos y a los expertos de que los ayuden a montar su fiesta: un clip de vídeo y un cartel.
Gandesa
Cuando los niños y niñas de Gandesa preguntaron a sus familias sobre los desastres que había habido en el territorio, para hacer una cronología de riesgos colectiva, descubrieron muchos, pero hubo dos que les llamó mucho la atención: la guerra civil y los incendios forestales. Después de un debate muy rico, acordaron que tendrían más cosas que decir sobre los incendios forestales y que, además, es uno de los riesgos que tiene más probabilidades de que se repita en el territorio, puesto que Gandesa está rodeada de zonas forestales y de cultivo. Tal y como pudieron comprobar los dos expertos invitados en la sesión de elaboración del mapa participativo (un historiador de las Tierras del Ebro y un trabajador de los servicios de emergencias médicas), conocen bastante bien su territorio y buena parte de los recursos que se podrían movilizar en caso de incendio y de las personas tanto profesionales como no profesionales (agricultores y cazadores que conocen el territorio, vecinos voluntarios, …) que podrían ayudar. Además, identificaron como elementos vulnerables no sólo algunos grupos de personas (gente mayor, bebés, personas con silla de ruedas, personas con problemas de salud mental, …), sino también los animales cerrados en granjas (caballos y conejos) y el patrimonio del pueblo (museo, archivo, …). En el momento de pensar su propuesta de mejora como niños, se dieron cuenta que no tenían claro qué tendrían que hacer si algún día se produce un incendio y en aquel momento no están con ningún adulto: una situación que les generaba angustia. Así, conscientes de sus derechos como niños a tener información, a ser escuchados y a participar en los temas que les afectan, decidieron que querían hacer llegar sus demandas al alcalde. Para comunicar su mensaje, optaron por redactar un manifiesto, elaborar un mural y grabar un pequeño audio con su mensaje.
Sant Celoni
En el inicio de los talleres, los chicos y chicas de Sant Celoni no parecían muy conscientes de los riesgos presentes a su territorio. Pero al empezar a hablar de algunos accidentes que había habido vinculados a la industria química (con el apoyo de un policía local conocedor de la historia del municipio), vieron que este era el riesgo sobre el que podían trabajar al proyecto. Al hacer el mapa de riesgo participativo, con la supervisión del técnico local en protección civil, se dieron cuenta que ya conocen la mayoría de las industrias presentes al territorio. Aun así, no parecía que lo acabaran de relacionar con las pruebas de sirenas y simulacros que habitualmente hacen en su instituto. Para establecer mejor esta conexión, trabajamos con algunos vídeos sobre una fuga que hubo en Igualada (donde se visualizaba la nube tóxica, todos los actores que habían intervenido y los comentarios de ciudadanos que lo habían vivido). Además, organizamos una visita a una de las empresas químicas del territorio para conocer también desde dentro de cuáles son los mecanismos de prevención y seguridad que existen por parte de la industria. En el momento de pensar su propuesta de mejora se dieron cuenta que aquello que realmente seguían sin saber era cómo gestionar sus emociones (miedo, angustia, incertidumbre…) en caso de que se produjera un accidente y estuvieran solos, especialmente si se encontraban en la calle. Ante esta inquietud, decidieron que querían hacer llegar esta demanda de información y formación sobre la gestión emocional en caso de accidente químico al Ayuntamiento y a los expertos encargados de este tema. Para transmitir su mensaje, optaron para elaborar un clip de vídeo, un póster y un pequeño artículo para que se publicara en la prensa.
Lorca
Los jóvenes de Lorca conocían muy bien los riesgos del territorio y la cronología de desastres de los últimos 10 años. A pesar de que no se conocían previamente, dado que provenían de diferentes asociaciones juveniles, esta historia compartida les ayudó a ponerse de acuerdo rápidamente y centrarse en aprender y reflexionar sobre el terremoto que vivieron el 2011. Recordando sus vivencias se dieron cuenta que después de aquel terremoto no recibieron todo el apoyo que los hubiera gustado y que, en una situación de emergencia como ésta, era muy importante tener fuentes y canales de comunicación únicos y fiables para saber realmente qué estaba pasando y que había que hacer en cada momento. También mencionaron la importancia de trabajar la dimensión emocional que rodea los desastres, tanto en el momento durante el que ocurre (controlar el miedo y sentirse seguros) como después del desastre (encontrar espacios para hablar y compartir las angustias, incertidumbres y tristezas que deja un terremoto). Consideraban que era importante este trabajo emocional a nivel individual, pero también colectivamente, dado que los podía capacitar para ayudar a otras personas. Para transmitir su mensaje decidieron elaborar un escrito para convocar al alcalde a una reunión y un vídeo donde transmitían sus propuestas en diferentes idiomas.
Escenarios y edades de los participantes
Los diálogos se han desarrollado en cuatro localizaciones diferentes: Barcelona, Gandesa, Sant Celoni y Lorca. Cada una de estas localizaciones se seleccionó por su proximidad a determinados riesgos, según un estudio exploratorio realizado al inicio del proyecto. En cada caso, la concreción del centro educativo y/o entidades juveniles, así como del grupo específico de niños, niñas y jóvenes se realizaron de acuerdo con los profesionales (de la gestión de desastres y/o del mundo educativo o de ocio) de cada territorio. En los tres grupos de Cataluña, estos diálogos se han desarrollado en forma de talleres semanales de entre una y media y dos horas en el centro educativo y en horario lectivo. En el caso de Lorca se realizaron de forma intensiva en dos fines de semana (viernes tarde y sábado por la mañana) en el mes de febrero y en el Centro de formación y recursos juveniles de la ciudad, puesto que se accedió a los jóvenes participantes a través de diferentes entidades juveniles del territorio coordinadas por el Consejo de la Juventud de Lorca.
En total han participado unos 90 niños de entre 9 y 18 años distribuidos de la siguiente manera:
Así, han participado niños y jóvenes de un amplio abanico de edades, que viven en entornos geográficos y socioeconómicos bastante diferentes entre sí y que, a la vez, son muy heterogéneos en sí mismos (con participantes de diferentes orígenes culturales y/o religiosos, con diversidad funcional, etc.). Todos estos niños y jóvenes han participado siempre de manera voluntaria en los talleres y con el consentimiento previo de sus familias o tutores legales.
Metodología
Los diálogos se han basado en un enfoque participativo mirando de situar a los niños y jóvenes en el centro de todo el proceso. Es decir, a pesar de que CUIDAR nació como una iniciativa adulta, hemos velado porque los niños y jóvenes pudieran hacerse suyo el proyecto: adaptándonos a las necesidades, ritmos y demandas que iban surgiendo en cada territorio, y dejando que los niños y jóvenes pudieran tomar el máximo de decisiones posibles, dentro del marco y calendario establecidos por el proyecto. Así, nosotros partíamos del siguiente esquema básico, que posteriormente hemos ido adaptando a cada contexto, en función de las edades de los niños y jóvenes participantes, así como de la evolución del grupo y de las decisiones que iban tomando:
En todos los talleres siempre ha habido como mínimo 2 facilitadores del equipo CUIDAR y un referente adulto de los centros participantes (maestros, profesores y/o la directora de los centros educativos) y en el caso de Lorca, un dinamizador del Centro de formación y recursos juveniles. Los talleres han combinado trabajos en pequeño y gran grupo, incorporando diferentes actividades y materiales (juegos, dibujo, escritura, …), con momentos de debate y toma de decisiones colectivas. Además, había cuatro roles rotatorios para los niños y jóvenes orientados a acompañar la facilitación del grupo: reporteros (haciendo fotografías de la sesión), relatores (tomando notas de las decisiones acordadas), facilitadores (ayudante en los turnos de palabra) y de apoyo al material (ayudante en el reparto y recogida de los materiales).
Todas estas sesiones de trabajo han sido grabadas en vídeo para uso interno del equipo CUIDAR (para hacer un seguimiento y poder hacer análisis posteriores) y puntualmente también ha rodado un documentalista, encargado de elaborar el vídeo que será uno de los productos finales del proyecto. A algunos de los talleres también ha asistido algún miembro más del equipo CUIDAR y/o algunos invitados que participaban como “expertos locales”, estos últimos, con el objetivo de acompañar a los niños y jóvenes en la consolidación de los conceptos trabajados y en el conocimiento del territorio donde viven.
hallazgos
A pesar de que el objetivo del proyecto no es la educación en emergencias y desastres, hemos podido explorar las percepciones e imaginarios de niños y jóvenes sobre los desastres, conocer algunos conceptos fundamentales de este campo, y aproximarnos a la relevancia y composición de la protección civil en cada uno de los contextos trabajados. También hemos descubierto que, en general, desconocen sus derechos como niños y jóvenes, en especial los artículos que hacen referencia al derecho a la participación y a ser escuchados.
Y es esto último aquello que los niños y jóvenes han valorado más positivamente: el hecho de que se los escuche y se tenga en cuenta su voz; por eso, ahora tienen ganas de hacer llegar sus ideas y demandas a los expertos y a los políticos y comprobar si realmente en estos espacios también se los escucha.
Por otro lado, por la propia naturaleza participativa del proyecto, en cada territorio se han acabado explorando riesgos y desastres diferentes y han llegado a demandas y propuestas también diversas, a pesar de tener algunos puntos en común. Presentamos a continuación una síntesis de cómo se han concretado los diálogos en cada territorio, por orden de la edad de los participantes: de los más pequeños a los más grandes.
Barcelona
Después de haber trabajado la cronología de riesgos en su barrio de Barcelona, con el apoyo de un vecino, los niños y niñas de este grupo priorizaron el riesgo de incendios forestales, porque todo el barrio está al lado de la sierra de Collserola y más de un verano han visto algún fuego. Esta proximidad a las zonas forestales se hizo muy evidente cuando elaboraron su mapa de riesgo de incendio en el barrio, donde además se les hacía difícil distinguir de manera nítida entre el concepto de incendio forestal y urbano. En el momento de pensar propuestas de mejora, se dieron cuenta que en la escuela ya hacen habitualmente algunas tareas de prevención (batidas para recoger basura) y que también trabajan a través de simulacros que se tiene que hacer en caso de incendio (cerrar persianas y la maestra avisará a los bomberos). Por eso pensaron que su contribución podría ser la de montar una fiesta en el barrio para ayudar a concienciar a todo el mundo sobre la importancia de tener cuidado del bosque y ayudar a recuperarlo en caso de que algún día hubiera un incendio. Después de considerar varias opciones comunicativas para hacer difusión de su idea al vecindario (una furgoneta con altavoces circulando por el barrio, carteles en la calle en diferentes idiomas, mensajes en los buzones, un puerta a puerta para aquellas personas que no salen de casa, …) vieron que solos no podrían montar esta fiesta y que necesitaban aliados que los ayudaran. Por eso priorizaron unas herramientas comunicativas orientadas a convencer a los responsables políticos y a los expertos de que los ayuden a montar su fiesta: un clip de vídeo y un cartel.
Gandesa
Cuando los niños y niñas de Gandesa preguntaron a sus familias sobre los desastres que había habido en el territorio, para hacer una cronología de riesgos colectiva, descubrieron muchos, pero hubo dos que les llamó mucho la atención: la guerra civil y los incendios forestales. Después de un debate muy rico, acordaron que tendrían más cosas que decir sobre los incendios forestales y que, además, es uno de los riesgos que tiene más probabilidades de que se repita en el territorio, puesto que Gandesa está rodeada de zonas forestales y de cultivo. Tal y como pudieron comprobar los dos expertos invitados en la sesión de elaboración del mapa participativo (un historiador de las Tierras del Ebro y un trabajador de los servicios de emergencias médicas), conocen bastante bien su territorio y buena parte de los recursos que se podrían movilizar en caso de incendio y de las personas tanto profesionales como no profesionales (agricultores y cazadores que conocen el territorio, vecinos voluntarios, …) que podrían ayudar. Además, identificaron como elementos vulnerables no sólo algunos grupos de personas (gente mayor, bebés, personas con silla de ruedas, personas con problemas de salud mental, …), sino también los animales cerrados en granjas (caballos y conejos) y el patrimonio del pueblo (museo, archivo, …). En el momento de pensar su propuesta de mejora como niños, se dieron cuenta que no tenían claro qué tendrían que hacer si algún día se produce un incendio y en aquel momento no están con ningún adulto: una situación que les generaba angustia. Así, conscientes de sus derechos como niños a tener información, a ser escuchados y a participar en los temas que les afectan, decidieron que querían hacer llegar sus demandas al alcalde. Para comunicar su mensaje, optaron por redactar un manifiesto, elaborar un mural y grabar un pequeño audio con su mensaje.
Sant Celoni
En el inicio de los talleres, los chicos y chicas de Sant Celoni no parecían muy conscientes de los riesgos presentes a su territorio. Pero al empezar a hablar de algunos accidentes que había habido vinculados a la industria química (con el apoyo de un policía local conocedor de la historia del municipio), vieron que este era el riesgo sobre el que podían trabajar al proyecto. Al hacer el mapa de riesgo participativo, con la supervisión del técnico local en protección civil, se dieron cuenta que ya conocen la mayoría de las industrias presentes al territorio. Aun así, no parecía que lo acabaran de relacionar con las pruebas de sirenas y simulacros que habitualmente hacen en su instituto. Para establecer mejor esta conexión, trabajamos con algunos vídeos sobre una fuga que hubo en Igualada (donde se visualizaba la nube tóxica, todos los actores que habían intervenido y los comentarios de ciudadanos que lo habían vivido). Además, organizamos una visita a una de las empresas químicas del territorio para conocer también desde dentro de cuáles son los mecanismos de prevención y seguridad que existen por parte de la industria. En el momento de pensar su propuesta de mejora se dieron cuenta que aquello que realmente seguían sin saber era cómo gestionar sus emociones (miedo, angustia, incertidumbre…) en caso de que se produjera un accidente y estuvieran solos, especialmente si se encontraban en la calle. Ante esta inquietud, decidieron que querían hacer llegar esta demanda de información y formación sobre la gestión emocional en caso de accidente químico al Ayuntamiento y a los expertos encargados de este tema. Para transmitir su mensaje, optaron para elaborar un clip de vídeo, un póster y un pequeño artículo para que se publicara en la prensa.
Lorca
Los jóvenes de Lorca conocían muy bien los riesgos del territorio y la cronología de desastres de los últimos 10 años. A pesar de que no se conocían previamente, dado que provenían de diferentes asociaciones juveniles, esta historia compartida les ayudó a ponerse de acuerdo rápidamente y centrarse en aprender y reflexionar sobre el terremoto que vivieron el 2011. Recordando sus vivencias se dieron cuenta que después de aquel terremoto no recibieron todo el apoyo que los hubiera gustado y que, en una situación de emergencia como ésta, era muy importante tener fuentes y canales de comunicación únicos y fiables para saber realmente qué estaba pasando y que había que hacer en cada momento. También mencionaron la importancia de trabajar la dimensión emocional que rodea los desastres, tanto en el momento durante el que ocurre (controlar el miedo y sentirse seguros) como después del desastre (encontrar espacios para hablar y compartir las angustias, incertidumbres y tristezas que deja un terremoto). Consideraban que era importante este trabajo emocional a nivel individual, pero también colectivamente, dado que los podía capacitar para ayudar a otras personas. Para transmitir su mensaje decidieron elaborar un escrito para convocar al alcalde a una reunión y un vídeo donde transmitían sus propuestas en diferentes idiomas.